Decidido. Me he montado en el transporte de los días y los meses. Viajero empedernido que soy, aún no me atrevo a cabalgar sobre el convoy de los años. Me gusta viajar, pero no tan de prisa. Lo que pasa es que la maquinaria va pero no viene. Y siempre queda algo por recomponer que ya, que ya, basta, no hay más remedio. Se acabó. A plena marcha me toca, siempre hay algunas veces, despedirme de quienes se apean en un día, un mes determinado, a veces sin su aprobación. Los apean, simplemente. Yo no, yo no, yo no quiero. Aunque me sienta turbado quiero decidir mis días, mi panorama por recorrer. En ocasiones es difícil, lo que ves no coincide con lo que te imaginas y, para colmo, no hay vuelta atrás, ya lo he comentado. ¿Cómo poder borrar la acción, la frase anterior, si es imposible el retorno? Sus huellas se imprimieron y ya está, aunque no me guste, me incomode. Sin ir más lejos, hace cinco días me obligaron a cambiar de medio, uno más adelantado, dicen, más del futuro, pero yo no estoy...