IMSHALA
Las cúspide del Monte en el día cercano besará los otros montes, dejará de sangrar sin mina en sus entrañas. La piedra blanca recibirá las bendiciones sin importar la lengua ni el acento. La tierra de mi barrio recordará otra vez a Salamón, los cánticos de David, sin provocar. Piedras y cascajos alejarán de una vez los días aciagos. Las madres quemarán sus lutos en uno y otro lado. Los hombres vaciarán sus arsenales majaderos y todos se repartirán arena y polvo más allá de los que pisen sus zapatos, sin rencores. Los tiempos del contratiempo se desvanecerán con el hamsín impertinente, cuando menos se espere. Me dijeron que pronto acabará todo y todo renacerá, así, como lo he contado.
CONSUMACION
El vacío gira sobre sí mismo, absorbiéndose. Pronuncia la primera entonación y un torrente de fosforescencias irradia el abismo, hasta comprimirse íntimamente en el Lucero, el primer Símbolo. La tiniebla se revela para penetrar por los resquicios de la noche resultante. Aquél que configura proporciones a partir del ombligo de maíz y sangre, que contorna la silueta enroscando sentimiento y universo, carne y pasión, permite una única espiral ascendente. Una vez moldeado el barro, el aliento rellena los pulmones, el agua fluye por los nuevos cauces, la mirada brota de los ojos en busca de Lucero, el que todo lo enciende, el que designa y destruye.
Consumada la creación al séptimo momento, nuevamente el vacío.
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