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Cuaderno


AMOR VIRTUAL


Empapa sus labios ardorosos/magnéticos/eróticos
con el sabor de la copa
que recuerda un amor inconcluso.
Nada define este momento mágico,
locura o pensamiento
en el jardín de mi memoria.
Puse tu nombre en mi computadora.

Entre sorbo y sorbo habita,
allí, en silencio austero
doloroso
marcando con su pausa el inicio de su ritmo.
¿Cómo diluir la tristeza cuando la miro en su magia
y no se si está
si fue
si es crepúsculo, ideal o castigo?
No hay respuesta en el ordenador.

La recuerdo.
Y al recordarla me ato a mis propias cadenas,
mi cárcel bienhechora disfrazada de Eros.
¿Qué ensueño hace sagrada su memoria
para que me olvide hasta de mi aliento?
Se ha estropeado el disco duro.

No sufro, no.
No debo sufrir.
Yo escojo, yo decido
acepto este místico momento,
quiero experimentarlo en mi carne
en mis huesos, en mis versos.
Pero sufro. Dulcemente.
Sufro por querer abarcar lo que no tengo,
sin entender sus últimas palabras,
las que traspasan y penetran
en mi piel remendada por sus recuerdos:
-el sabor de tu copa en ti está,
amado mío.
¡Pruébalo!-
Y entonces ella brinda conmigo.
Todo se imprimió.


VIAJE


Permaneces en la intensidad de la luz,
habitas en la Venus del alba
pero yo te atrapo.
Justo en el momento del amanecer
quiero aprisionarte en mi pecho
sin importarme vientos o amenazas iracundas.
¿Quién podrá deshacer mi vena amatoria,
mi entrega al olimpo de caricias y contactos?
Tu embrujo no podrá ya protegerte,
no implores a la Venus derribada
que se aleja al presentir mi potencial.
Ven, entrega tu infinita intensidad
a mi desnudez que implora,
que emana luz, fluido y corazón.
Desciende a mi navío para, juntos,
traspasar las fronteras del destino.


PUEDO


Que no se vuelva a decir que el cielo se cubre de plomo
o que agujas mortales debilitan las carnes.
Mi piel no está en exilio
ni tu cuerpo es hogar deshabitado.
Miro a través de mis dedos perceptivos,
siento el aliento de las cosas más cercanas.
Todo me avisa en  mi corazón, que ama,
que mis huellas de hombre feliz están en tus dominios,
que me empujas a realidades sin fronteras:
puedo escribir los versos más tristes,
pero no quiero. 

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