
Decidido. Me he montado en el transporte de los días y los meses. Viajero empedernido que soy, aún no me atrevo a cabalgar sobre el convoy de los años. Me gusta viajar, pero no tan de prisa. Lo que pasa es que la maquinaria va pero no viene. Y siempre queda algo por recomponer que ya, que ya, basta, no hay más remedio. Se acabó. A plena marcha me toca, siempre hay algunas veces, despedirme de quienes se apean en un día, un mes determinado, a veces sin su aprobación. Los apean, simplemente. Yo no, yo no, yo no quiero. Aunque me sienta turbado quiero decidir mis días, mi panorama por recorrer. En ocasiones es difícil, lo que ves no coincide con lo que te imaginas y, para colmo, no hay vuelta atrás, ya lo he comentado. ¿Cómo poder borrar la acción, la frase anterior, si es imposible el retorno? Sus huellas se imprimieron y ya está, aunque no me guste, me incomode. Sin ir más lejos, hace cinco días me obligaron a cambiar de medio, uno más adelantado, dicen, más del futuro, pero yo no estoy tan seguro de que sea mejor. Veo pasar como flechas productos como esos, que se venden por su innovación, y al final, qué ardor, qué ardor, quedamos chamuscados, tocados en los bolsillos. Por si acaso, viajo con la puerta abierta. Todos me lo reprochan, mi vacilación, mi perplejidad si, al fin y al cabo, me decidí, por mi propia voluntad, o eso creo, que ni hasta en eso estoy seguro, montarme al transporte de los días y los meses. Y mira por dónde, a estas alturas hasta me están entrando ganas de saltar a lo grande, al transporte de los años. Lo que pasa es que de tarde en tarde me cautiva encontrarme con el recuerdo, y eso me fastidia, me descalabra, lo que fue fue, no se puede reemplazar. La turbación se hace más patente, me parto en dos mitades, hasta los transportes envejecen. Lo novedoso me atrae, pero me asusta. Pero no por eso dejo de flotar hacia adelante, dejando atrás barcos, trenes, aeroplanos, hasta caballos que ya bordaron sus vidas maquinarias, hasta el final. No olvido que muchos desaparecieron en plena ruta, no llegaron a destino, viaje hacia ninguna parte. ¿Y yo hacia donde voy? Buena pregunta la que me hago. Tan preocupado por el medio de transporte, por el beso que dejé en la esquina pasada, por los cambios tecnológicos, el precio, el último canto que grabé, la velocidad, que me he olvidado hacia dónde voy, me he olvidado hacia dónde voy, hacia dónde quiero ir...
Comentarios
Sin mapas...en la eternidad!
Un abrazo. Jubal
Saludos y gracias por tu visita a mi blog.