Otra vez recorrí, de vuelta, las playas de otros tiempos
tan distantes.
Escuché las olas reventar en el malecón,
susurros casi olvidados.
Arriba, en el piso 18 erigido sobre los sueños de mi infancia,
volví a contemplar el amanecer junto a la orilla
sintiéndome un gránulo de arena, una nonada
agitada en pleamar, confuso entre tantas construcciones
tantas novedades bajo un cielo antiguo, casi gris
como mis púberes días saturados de incertidumbres.
Una vez devuelto a superficie, mi corazón
quiso hacer justicia
no aferrarse a los tablones de otros tiempos
siempre oscilando entre ola y resaca,
estrecharse, sí, a los latidos reforzados en otras latitudes.
Volví a emprender los pasos de la madurez
con la firmeza que otorga un amor sencillo,
sin contratiempos
como las espuma blanquecina que se agita
en su encuentro con la playa, cuando
la observo, por última vez
desde la altura que se anuncia, sugestiva,
en un piso dieciocho.
Comentarios
Un beso y... ¡felices fiestas!
Abrazos y una felicitación en estas fechas
Hermoso escrito!
Saludos