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Mostrando entradas de 2006

Bendito nuevo año (a pesar de todo...)

Ruidos de pólvora inocente luces en el cielo envuelven el perímetro. La algazara, el ánimo rodean a la fría noche en tierras del septentrión. Fuegos y petardos anuncian la llegada, aliento y optimismo se hacen cómplices para presagiar un mejor año, a pesar de todo. Un año que asome su cabeza sin encogimiento, que nada turbe esta despedida que se convierte, en un instante, (el segundo prodigioso) en bienvenida, con manos limpias y caras elevadas sin querer volver los pasos o el recuerdo. Pero en mi ventana, para adentro, donde vivo me temo que la infracción se esconde con la parafernalia ¿Qué, quién podrá invertir el desenlace de acciones temerarias? Los actos nos tienen maniatados, por más que intentemos no enterarnos. ¿Cómo limpiar tanta ignominia lecciones de imprudencia con más de cinco mil años de lastre, millones de litros de sangre derramada, odios y venganzas en platos fríos y calientes, almas que van y vienen sin lecciones aprendidas? Y a pesar de todo, cuando siento que la no...

La Vía

"PRÓSPERO" NUEVO AÑO

Parece el sol cansado en esta tarde, que besa levemente la piel de los entumecidos. ¿Qué más se puede pedir a este diciembre que se extingue con el año? Los brotes se quedan refugiados en capullos que tardarán en florecer. La lluvia de hojas dan paso a la estación más gélida, gotas de nieve o agua para el instante, que no dudan en desenmascararse, convertirse en vendavales de cuerpo y alma. Y el sol, adormecido, indeciso en desnudarse, se refugia entre nubarrones grises, esbozos de animales míticos, formas que se olvidan, que caen sobre tierra húmeda hasta desaparecer. Hay algo en este invierno que trastorna, honduras que rasgan corazones, quizás de seres sin refugio que agonizan, solitarios, en sus propios pensamientos congelados por el frío de abandono, soledad inesperada. ¿Quién quiere desplegar una velada cortina a esta realidad más gélida que el propio invierno? ¿Quién quiere bendecir al nuevo año escondiendo los contextos, inventando las verdades? Y el sol, que parece cansado en ...

CAIDALIBRE

Alba

SIN VÉRTIGO

Otra vez recorrí, de vuelta, las playas de otros tiempos tan distantes. Escuché las olas reventar en el malecón, susurros casi olvidados. Arriba, en el piso 18 erigido sobre los sueños de mi infancia, volví a contemplar el amanecer junto a la orilla sintiéndome un gránulo de arena, una nonada agitada en pleamar, confuso entre tantas construcciones tantas novedades bajo un cielo antiguo, casi gris como mis púberes días saturados de incertidumbres. Una vez devuelto a superficie, mi corazón quiso hacer justicia no aferrarse a los tablones de otros tiempos siempre oscilando entre ola y resaca, estrecharse, sí, a los latidos reforzados en otras latitudes. Volví a emprender los pasos de la madurez con la firmeza que otorga un amor sencillo, sin contratiempos como las espuma blanquecina que se agita en su encuentro con la playa, cuando la observo, por última vez des de la altura que se anuncia, sugestiva, en un piso dieciocho.

POR HACER

No es bueno, a veces, retornar al ayer si se busca refugio en la antigua estación. Los secretos que se guardan bajo almohada no son del todo fiables, hay riesgo de contaminación, explosión nocturna que resucita a los monstruos de otros tiempos. Cuesta eliminarlos, pero es necesario para seguir pintando los días posteriores con las próximas huellas de nuestro acontecer. Una vez sembrados los rosales en templadas tierras no esperes orquídeas salvadoras, flores de otros tiempos que consumieron ya sus días de retoño, el abono prestado en cálidos dominios disipados en la última ilusión.

TIEMPO DE RECOGIMIENTO

I Tardío otoño descubierto con arrugas que se pliegan a los días de escarmiento, fruto que madura a su tiempo en terreno predispuesto. Noche de borrasca, estrellas o relámpagos la sustentan desde un firmamento fascinante, misteriosamente indescifrable. Como la vida misma, destila y se condensa destila y se condensa para proclamar el desenlace en su momento justo, después de la última plegaria y el primer salmo de esperanza. II Me maduran las ideas, como frutos dulces de semillas sorprendentes. Hasta en rocas me atreveré a injertarlas, alguna ascenderá, fructificará en algún espíritu pacífico que hará con ella lo que quiera. No sé si las degustaré algún día, si llegaré a paladear su dulzura o algún amargor de desconsuelo. Pero allí las lanzo, hoy entre colinas mañana en lodazales, jardines mares o pantanos. Tú te encargarás de conservarla o rechazarla en su momento, como fruta podrida o exquisita. Para entonces mis ideas ya no serán mías.

TRAVESÍA

TRAVESÍA No sé de dónde vengo quizás de la orquídea que se atrevió a brotar entre las rocas más áridas y duras de un volcán apagado, o de la piedra misma. ¿Y dónde estoy? Frente a la muralla inmensa que mis opresores erigen, según ellos, para salvaguardar mi honra y poder envenenar sin contratiempos mi lucidez de obscenidades, pobre sustancia imbuida en solución salvífica. ¿Adónde voy? En busca de mi ser, perdido entre las bombas de supuestos salvadores, hacedores de milagros a punta de navaja, supremacía de la fuerza. En busca del sitio donde puedan anidar las aves respirar hasta el último animal marino germinar la más quebradiza de las plantas, copular todos los seres como acto de pasión o de ternura. Al lugar donde pueda plantar mi orquídea sin tener que suspirar por la única gota del agua que tuvieron a bien proporcionarme los consabidos redentores. Allí, en mi último acto de honradez ofreceré mi flor y mi palabra a quien quiera, algún día, recogerlas para seguir adelante.