La memoria entre los surcos dedos arrugados yemas de naranja tocan y adivinan el futuro perciben los olores de otros días, para compensar. Tan solo un leve tacto y todo el rostro queda dibujado grabado en el disco duro. No serán necesarias, pues, ni muros ni palabras acaso un silencio estremecido dedos de fibras, filamentos para envolver los alientos capaces de registrar todas las memorias en el microchip del Universo.