I Tardío otoño descubierto con arrugas que se pliegan a los días de escarmiento, fruto que madura a su tiempo en terreno predispuesto. Noche de borrasca, estrellas o relámpagos la sustentan desde un firmamento fascinante, misteriosamente indescifrable. Como la vida misma, destila y se condensa destila y se condensa para proclamar el desenlace en su momento justo, después de la última plegaria y el primer salmo de esperanza. II Me maduran las ideas, como frutos dulces de semillas sorprendentes. Hasta en rocas me atreveré a injertarlas, alguna ascenderá, fructificará en algún espíritu pacífico que hará con ella lo que quiera. No sé si las degustaré algún día, si llegaré a paladear su dulzura o algún amargor de desconsuelo. Pero allí las lanzo, hoy entre colinas mañana en lodazales, jardines mares o pantanos. Tú te encargarás de conservarla o rechazarla en su momento, como fruta podrida o exquisita. Para entonces mis ideas ya no serán mías.