¿Cuál es el primer sonido, la primera voz vibrante para dejar de ser sedimento y erguirse de una vez por todas en carne, hueso, raciocinio? Al final, compartir con el aire y el mar y esa luna que vigila desde todos los ángulos las primeras frases, el primer sentido entre los labios, puñado de signos, iconos para la posteridad. ¿Hará falta también espíritu y conciencia para acometer al tiempo y al espacio hasta erguirse vencedores de la historia? De la nada no se puede ofrendar la vida, ni es cuestión de luchas entre grillo y lagartija, entre estegosaurio y mastodonte, eso se inventará después, cuando todos querrán manipular los resultados, escalar escaños y poderes. Para entonces, ya fuera del Camino no serán ni hombres ni mujeres: distantes estarán de comprender que la primera voz, el primer gesto vibratorio entre los labios fue la sonrisa.