Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de abril, 2007

¿COMO JUEGO DE NIÑOS?

Un día, ya lo sabes, jugamos a bandidos y vaqueros el viento se escapaba por las ramas y yo arriba, más arriba escondiéndome en mi selva particular árbol huevo de toros, mangos, y abajo, materile lirelo. A veces, sin pisar a la rayuela, un dos tres ¡pan y brinca! por mi y mis compañeros los he salvado a todos y tú que hacías trampa contando a la escondida. Y otro día otro juego, ya lo sabes “hijo hijo dónde estás, donde mi abuelita” ¡A que te cojo! Y tú corriendo y yo detrás, como si nos jugáramos la vida, delirio de la infancia. Un palo o una piedra, camino hacia los cielos. Pero mira, no recuerdo haber jugado a matarifes, soldados de mortífero atavío. Por qué, entonces, con la piel más arrugada nos conminan a batallas más cruentas, bombas, átomos, metralletas para perforar hasta la médula, las ideas como juegos de niños inocentes, chuparnos la sangre el último suspiro, aniquilarnos de verdad.

ÚLTIMO SALMO, ÚLTIMA COSECHA

Un día, como el salmo, sembré con lágrimas, pero no coseché con regocijo. Langostas humanas devastaron mi cosecha, se hartaron. Mi terruño, moribundo, fue sembrado de minas para salvar al pueblo (eso dijeron). Ahora son casi-niños los que, metal letal en mano, siembran, inocentes, con cándida alegría; y cosechan con lágrimas y sin piernas, sin manos, corazón estrangulado. Mi tierra, lo presiento, derrama también su última lágrima, lágrima encarnada.