Los campos protegen la colina sin engaños la luz el verde de las hierbas y sembrados acaso una choza entre los árboles que rompen el paisaje (o lo acicalan según se mire). Campos profundos arroyos con guijarros no todo se puede divisar desde mi ventana que no es la más alta del rascacielos. Más atrás las montañas blancas imponentes (como el fondo del teatro pintado para la última representación estudiantil). Imagino cuerpos de animales retozando cazando copulando adormecidos en esta primavera recién estrenada. Qué más puedo imaginar desde toneladas de hormigones y cristales relucientes que componen mi propio bosque artificial. No atisbo el mar, por supuesto, pero descubro una barca a la deriva que será la mía.