Ruidos de pólvora inocente luces en el cielo envuelven el perímetro. La algazara, el ánimo rodean a la fría noche en tierras del septentrión. Fuegos y petardos anuncian la llegada, aliento y optimismo se hacen cómplices para presagiar un mejor año, a pesar de todo. Un año que asome su cabeza sin encogimiento, que nada turbe esta despedida que se convierte, en un instante, (el segundo prodigioso) en bienvenida, con manos limpias y caras elevadas sin querer volver los pasos o el recuerdo. Pero en mi ventana, para adentro, donde vivo me temo que la infracción se esconde con la parafernalia ¿Qué, quién podrá invertir el desenlace de acciones temerarias? Los actos nos tienen maniatados, por más que intentemos no enterarnos. ¿Cómo limpiar tanta ignominia lecciones de imprudencia con más de cinco mil años de lastre, millones de litros de sangre derramada, odios y venganzas en platos fríos y calientes, almas que van y vienen sin lecciones aprendidas? Y a pesar de todo, cuando siento que la no...