Mirada de tigre, fiera que penetra por los sueños de los que han vivido. Sueños que no saben descubrir de qué lado dormitan, por dónde dirigir sus elucidaciones. Hará falta, por si acaso, un prestidigitador que no pregunte nada, que se encargue sin demasiadas elucubraciones de resolver el enigma, ojos de fiera, tigre en acechanza, y esos otros tanto acertijos, jeroglíficos que no se encuentran en los libros de los niños, en sus quimeras. Cuando amanezca, cuando se liquide la noche en umbría, pesadilla, cuántos vaticinadores pulularán, de pronto, para pregonar que la piel ya no resiste que es difícil olvidar mirada de tigre vanidad insatisfecha, todo se ha cumplido sin cumplirse.