Piedra o flor, en la sepultura deshojar la una deslizar la otra, no habrá mucha diferencia, nada podrá deshacer la circunstancia. No son muchos los lugares para lamentarse a gusto (con o sin meriendas de consuelo oraciones fúnebres, plegarias). Qué más habrá por recorrer después del polvo la tierra la ceniza. Una profunda oquedad se posesiona para el vivo quejumbroso, sin comprender que habrá más lugares sin lugares espacios más recónditos, caminos sin lastres para soportar las sepulturas. El cautivo dejará de serlo, la señal sobre su frente se desvanecerá, aprenderá a mirar a sus adentros hacia el vacío que le cederá su abrigo, y a desaparecer hasta que el verbo le devuelva las ansias de rugir.